domingo, 22 de febrero de 2015

ADA MARÍA ELFLEIN – Buenos Aires, 22/02/1880 – 24/07/1919


Fue una de las primeras egresadas del Colegio Nacional de Buenos Aires, como maestra y bachiller. Estudió varios idiomas, fue traductora para el Presidente argentino Bartolomé Mitre y maestra de los hijos de Vicente Fidel López, historiador, abogado y político destacado, quienes influyeron en su formación de escritora. Se incorporó como periodista a la redacción del diario La Prensa, en cuyo folletín dominical publicó, a partir del 30 de abril de 1905 y durante quince años, sus relatos de corte histórico y tradicionalista. Cuenta con más de 2000 artículos y 300 cuentos. Miembro de la Academia Nacional de Periodismo. Sus viajes por Argentina en expediciones dirigidas por Francisco P. Moreno, científico, naturalista, político, geógrafo brillante, enriquecieron su literatura mediante la observación de la geografía, el paisaje, el hombre y sus costumbres; pero minaron su salud hasta su declinación definitiva.

 

Es una de las pioneras de la Literatura Infantil en Argentina, con sus cuentos y leyendas que se convirtieron en clásicos de la infancia en una etapa en la que la literatura era considerada un factor importante para la formación de las nuevas generaciones, en consonancia con lo cual, sus relatos apelan a la historia y al folklore, así como a los valores cívicos y morales, en equilibrio con lo estético.

Las historias de Ada María Elflein, algunas de una sutil ternura, otras hondamente trágicas, creadas en un estilo coloquial, sin dejar de ser literarias, evidencian el interés por lo anecdótico y nos permiten descubrir cómo se actuaba y se pensaba en el pasado, actuar y sentir con los que, es posible, no solo identificarse, sino que ayudan a una mejor comprensión de los otros y de nosotros mismos. En esas historias fusionó su fina percepción psicológica, sus experiencias viajeras y los elementos de las dos corrientes polémicas de la época: la crítica objetiva y la historia de raigambre tradicional (Pardo Belgrano 2009, 4).

 

Relatos como “La cadenita de oro” o “El mensajero de San Martín” forman parte de los recuerdos de infancia de varias generaciones. Su rica producción literaria abarca Leyendas argentinas (1906), su obra más difundida; Del pasado (1910); Cuentos de la Argentina (1911); Tierra Santa (1912); Paisajes cordilleranos (1917); La partida (1918) y las publicaciones póstumas, Por campos históricos (1926) y De tierra adentro (1961).    


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
García Padrino, J. (2010). Gran diccionario de autores latinoamericanos de literatura infantil y juvenil. Madrid, Fundación SM.
Pardo Belgrano, M. R.; Gallelli, G. R. y Vulovic, E. P. (2009). Diccionario de literatura infantil y juvenil. Buenos Aires, Vinciguerra.
Pardo Belgrano, M. R. (1979). Lexicón de literatura infantil juvenil. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.
Pardo Belgrano, M. R. (2009). “Dos pioneros de la literatura infantil y juvenil de la Argentina”. En La lectura, agosto 2009. En línea: Consulta 05/ 08/2012 http://aal.idoneos.com/index.php/Revista/A%C3%B1o_11_Nro._14/Pioneros_de_la_literatura_infantil_y_juvenil




lunes, 16 de febrero de 2015

CONRADO NALÉ ROXLO Y SU ESCUELA PARA HADAS

Conrado Nalé Roxlo nació en Buenos Aires el 15 de febrero de 1898 y falleció en la misma ciudad el 2 de julio de 1971. Escritor autodidacta, cultivó la narrativa, la poesía, el teatro, género por el cual recibió numerosos premios.  Su amplio espectro expresivo incluye el humor, el lirismo, la ironía, el drama. Fue también guionista cinematográfico y periodista. Fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura y el Gran Premio de Honor de la SADE en 1961.
En este espacio nos interesa fundamentalmente por su obra dedicada a la infancia, entre la que se cuenta su mejor poesía –tal es el caso de su primer libro de poemas, El Grillo, y el poema homónimo, devenido en clásico de la poesía argentina- así como sus relatos maravillosos.

LA ESCUELA DE LAS HADAS

En 1953 apareció El diario de mi amiga Cordelia, antecedente de su más famoso relato La escuela de las hadas, publicado en 1954 por Editorial Abril, con ilustraciones de Breccia. El relato, leído por varias generaciones de niños, ha conocido nuevas ediciones[1];  se ha convertido en un clásico dentro del género en Argentina y eso tal vez se deba, además de su sencilla pero excelente escritura, al hecho de que coincide con ciertas características singulares de la literatura nacional para niños.

La edición con ilustraciones de Breccia

La literatura argentina para niños tiene su raíz en el imaginario europeo; sentimos como propios los clásicos, desde Perrault a las Grimm y Andersen, desde Collodi a Stevenson o Salgari. Hadas, duendes, brujas, magos, príncipes y princesas han encontrado refugio en muchos relatos y poemas de esta geografía. Baste ejemplificar con Las torres de Nuremberg, de José Sebastián Tallon[2]. Los nombres de las hadas de Roxlo tienen reminiscencias medievales y renacentistas: Melisaura, Amarilis, Coralia, Moraima y están lideradas por el propio mago Merlín. Como en los cuentos europeos retornan los motivos de la varita mágica, la pareja de ladrones tontos, uno de los cuales pide a la varita una carroza; el barquero que transporta a los caminantes de una a otra orilla del un río; la fuente en el bosque, el pastorcito con sus ovejas y una loba que lo acecha. La intertextualidad adquiere carácter explícito con la referencia a la fábula del cuervo que llevaba un trozo de queso en el pico, conocida de las niñas. Pero, si es verdad que los personajes y el ambiente entroncan con los de los cuentos europeos, es cierto también que en Roxlo late ya un impulso desmitificador de los seres mágicos. No sólo Merlín es un simpático anciano bonachón, un poco cascarrabias, es decir una versión graciosa del personaje artúrico, sino que las hadas no lo son de nacimiento, ni siquiera seres de otra especie: “puede llegar a serlo cualquier niña con menos trabajo que aprobar segundo grado. Solo hace falta un poco de suerte, como para todo en la vida, y un corazón bien puesto” (Nalé Roxlo 1998, 7). Más aún, las hadas se forman en una escuela, como toda actividad o profesión que se precie en Argentina. La escuela en todos sus niveles, incluyendo la universidad, tiene poder canonizador en un país que se construyó, en gran medida, precisamente desde la escuela. La desmitificación es un rasgo que ha caracterizado la escritura para niños posterior. Otro elemento que da sabor local a esta historia son los otros nombres de personajes, como el de Jazmín para el perro, Colorín para el payaso y, sobre todo, Pipiolo para el niño enfermo, nombre este último afincado en el lunfardo porteño.
La edición ilustrada por Leonardo Haleblian

Otro elemento característico de la Literatura para niños argentina actual, presente ya en este relato, es el humor. La narración carece del dramatismo y la oscuridad de muchos cuentos clásicos y populares. Si bien no faltan las conductas reprochables y los peligros, los conflictos obtienen una resolución risueña e ingeniosa. La magia, por otra parte, se vincula con el absurdo, en tanto se rompen las leyes habituales de la realidad, pero no deja de tener su lógica y una cuota de sensatez. La solución que Cordelia da al dilema de transformar al gato en ratón o al ratón en gato para evitar que uno ataque al otro, sería un ejemplo claro: prefiere transformar al ratón en gato porque de paso salva a los libros de ser comidos por los ratones. Y si bien se mira, en todos los episodios pasa algo semejante: las niñas vencen la vanidad del árbol mágico apelando a esa misma vanidad; Cordelia, que ha transformado a la loba en oveja para evitar que ataque el rebaño, reacciona a los reproches de los lobeznos abandonados transformándolos en corderos; quienes usan la magia para sus intereses egoístas, como los ladrones y el juez corrupto, son castigados a partir de sus propios deseos. No obstante, el libro evita la moralina y prefiere el ridículo y la risa. Como ya hemos citado, en realidad la clave de la magia radica en “tener un corazón bien puesto”. Cordelia, a pesar de su corta edad, es inteligente y sensata, virtudes que se suman a la valentía, a la seguridad en sí misma, a la solidaridad, a la bondad. Podríamos decir que, si la historia enseña algo no es ejemplificando una determinada conducta práctica, como lo hace la literatura didáctica, sino a través de la empatía con el personaje.
La edición en rústica de Editorial Colihue


Como rasgo positivo, señalemos que Nalé Roxlo ha escogido un héroe femenino a contrapelo de la elección dominante en la literatura infantil actual, según nos revela Teresa Colomer[3]. El autor ha aprovechado inteligentemente un perfil en el cual la mujer puede ser poderosa sin masculinizarse: el rol de las hadas. Cordelia no tiene necesidad de abandonar aquellos rasgos característicos de lo femenino, como es la cordialidad contenida en el nombre del personaje. Resulta acertada la elección de un narrador masculino, el propio hermano mayor de Cordelia quien, a pesar de reconocer su rivalidad cotidiana, es capaz de señalar las virtudes de su hermanita, trasuntando cierto orgullo en subrayar los aspectos positivos de su carácter.



Dos ediciones ilustradas por Mónica Pironio, la de Editorial Colihue y el extracto realizado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología

A sesenta años de la primera edición de La escuela de las hadas, la obra sigue tan fresca y divertida como en sus primeros tiempos, constituyéndose en un clásico perdurable.




[1] Otras ediciones de La escuela de las hadas: EUdeBA publicó en 1963 una versión ilustrada por Leonardo Haleblian; Colihue lo hizo en rústica, en la colección Libros del Malabarista, en 1988 y una edición de lujo ilustrada por Mónica Pironio en el mismo año. Un extracto de esa edición ha sido reproducido bajo el título de Examen de ingreso a la escuela de las hadas (2004).
[2] Tallon, José Sebastián (1927). Las torres de Nuremberg. Buenos Aires.
[3] Teresa Colomer, en su Introducción a la literatura infantil y juvenil (1999), analiza los modelos masculino y femenino como factores de socialilzación cultural en los libros actuales. 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA



Nalé Roxlo, C. y Pironio, M. (1988). La escuela de las hadas. Buenos Aires, Ediciones Colihue.     
Nalé Roxlo, C. y Pironio, M. (2004). Examen de ingreso a la escuela de las hadas. Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Existe versión en línea:  https://docs.google.com/file/d/0B-Ni2I9Y00_yZFVPS3NMS0ZTMXVPSFltdElaN1dOZw/edit?pli=1


Pardo Belgrano, M. R.; Gallelli, G. R. y Vulovic, E. P. (2009). Diccionario de literatura infantil y juvenil. Buenos Aires, Vinciguerra.
Pardo Belgrano, M. R. (1979). Lexicón de literatura infantil juvenil. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.
Peña Muñoz, M. (2009). Historia de la literatura infantil en América Latina. Madrid, Fundación SM.
Tallon, J. S. (1995). Las torres de Nuremberg. Buenos Aires, Colihue.

Algunas páginas de Internet vinculadas con el autor


domingo, 25 de enero de 2015

IMÁGENES DE PINOCHO

Oscar H. Caamaño

El presente es un trabajo correspondiente a la asignatura Ilustración y libros para niños (2013) desarrollada por la Dra. Teresa Durán, como parte del Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes, 6ª Edición, de la Universidad Autónoma de Barcelona. La consigna, resumidamente, solicitaba “observar, comparar y valorar la tarea que los distintos ilustradores y/o cineastas han realizado respecto al Quien, al Dónde, al Cuando y al Qué y Cómo de las acciones que se suceden en el relato”. Entre las obras propuestas elegí Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi.

Tomaré como eje del análisis descriptivo la versión de Pinocho ilustrada por Attilio Mussino (Collodi, 1926)[1], traducción al Inglés de la original en Italiano de 1911, la primera con imágenes en colores y la más antigua a la cual he tenido acceso completo. Usaré como apoyo verbal la edición de Alianza (1980), que retoma a una tinta algunos dibujos de Mussino y la de Ediciones B de 2003, ilustrada con imágenes de diversos autores y ediciones históricas compiladas por Cooper Edens. Consideraré también  una versión en cómic, con guión de Carlos A. Cornejo y dibujos de Chiqui de la Fuente, edición de Editorial Larouse (1983).
La comparación de las ilustraciones se hará con imágenes de diversos autores y ediciones tomadas de Internet o de libros, que citaré oportunamente.

¿Quién es? (Apariencia)


Figura 1
                     Enrico Mazzanti, 1883             Carlo Chiosti, 1901                   Salvador Bartolozzi, 1912
              Attilio Mussino, 1911. Ed. de 1926         Edna Potter, 1925                Frederich Richardson, 1932

                      Richard Floethe, 1937             Ollie Jonston, 1940          Chiqui de la Fuente 1985




    Greg Hildebrandt, 1986      Roberto Innocenti, 1988        Lorenzo Matotti, 1990
   
La primera imagen del personaje en la selección precedente permite observar: a) el establecimiento de un canon en su representación a partir de la imagen de E. Mazzanti –que  se supone tendría la aprobación de Collodi, pues se publicó en vida del autor–, que es respetado por C. Chiosti (1901), S. Bartolozzi (1912), A. Mussino (1911 - 1926), E. Potter (1925), R. Innocenti (1988), y que comienza a variar gradualmente a partir de R. Floethe (1937) y, sobre todo de la productora Walt Disney (O. Jonston, 1940). A tal punto son influyentes las representaciones elegidas por ciertos autores que podríamos establecer dos modelos. El de Mazzanti, más “amuñecado”, con una vestimenta con reminiscencias de la Comedia dell’Arte, que establece la fisonomía inicial del personaje, retomada por los autores con mayor interés artístico y fieles a la versión literaria original, y uno más moderno, identificable con la industria Disney, más infantilizado y que domina en gran parte de las adaptaciones que modifican el original literario. 
Figura 2

   María . Kirk                                                  Daria Palotti                                              Arianna Papini

Estos modelos han evolucionado hacia el realismo, hacia la caricatura o hacia formas más personales que abarcan una amplia gama.
b) El segundo aspecto es que la escena que acompaña al personaje en su aparición primera revela alguna de las preferencias del ilustrador. Por ejemplo, el uso del grabado en la primera imagen de Mazzanti será el que emplee en todo el volumen; el muñeco sobre un fondo neutro en la portada de Mussino se repetirá en muchas imágenes que eliminan el fondo ambiental y recortan al personaje en acción; por el contrario, en el caso de Innocenti, se evidencia en la tapa la preocupación por reproducir, en forma minuciosamente documentada, el tiempo, cronológico y climático, y el paisaje natural y social. 
Si bien el aspecto fundamental de Pinocho podría identificarse con una marioneta o, mejor aún, con “el niño de madera”(por la independencia de sus movimientos, sentimientos y decisiones), lo original es su carácter metamórfico. Antes de ser marioneta, es un leño; pero con la identidad y el carácter que conservará a lo largo de la historia. De madero pasa a muñeco por un proceso de fabricación o talla. Posteriormente se convertirá en asno, retomará su forma de marioneta y, finalmente, se transformará en un niño. La verosimilitud de las primeras transformaciones está apoyada por la imagen que, en las ediciones ilustradas por Mussino (1911-1926), adquieren la forma de verdaderas secuencias organizadas de “acción a acción”, en términos de McCloud.

Figura 3

Bien podrían organizarse como las viñetas de un cómic, aunque en el libro están intercaladas en el texto 

Figura 4

En cambio, la transformación en niño es abrupta, lo cual no ayuda a su credibilidad, esto sumado a que de por sí esta última metamorfosis resulta, según sostiene Rafael Sánchez Ferlosio, en la edición de Alianza (1980), inverosímil:
Si fuera del dominio del arte la pedagogía logra a menudo el allanamiento, uniformación e integración del que no es según el mundo requiere, el arte se ha negado hacerse cómplice de la discriminación, segregación, expulsión o destrucción del niño diferente, implícita en esa malograda metamorfosis; haciéndola fracasar del modo más estrepitoso, sus fueros se han rebelado a la imposición y a la impostura de la pedagogía, y Pinocho sigue siendo aceptado, acogido, celebrado y amado entre nosotros, en toda su diferencia y su singularidad, en toda su auténtica identidad de verdadero niño de madera. (Sánchez Ferlosio 1980)
Figura 5

Las dos primeras imágenes son de A. Mussino y la tercera es de Innocenti. ¿En cuál reconocemos a  Pinocho? ¿en el muñeco o en el niño? 
Los personajes con los que interactúa Pinocho corresponden a un entorno social modesto, integrado por trabajadores aldeanos, artistas ambulantes, pícaros, funcionarios policiales. La ilustración suma algunos personajes burgueses (inclusive en las imágenes finales, tanto de Innocenti como de  Mussino, el hogar de Pinocho ha pasado a convertirse en un hogar burgués. Algunos ilustradores  sitúan la acción en un entorno más acomodado socialmente, como puede apreciarse en el vestuario de los personajes (Figura7)

      Figura 6                   Attilio Muzzino (1911)                                            Figura 7   Lois Lenski (1946)  

Sobre el conjunto de un entorno realista se introduce la fantasía mediante la prosopopeya (el grillo parlante, el zorro, el gato) y el recurso de personajes propios del cuento maravilloso, como el hada de los cabellos azules. Los estilos adoptados por los ilustradores van del realismo analítico hacia la síntesis y la estilización.

                         Figura 8  Charles Coopeland (1904 )                  Figura 9  Attilio Muzzino (1911)                            




  •               

  •                         Figura 10   Ray Cramer (s.f.)                                Figura 11  Lorenzo Mattotti (1980)

    ¿Dónde está? (Entorno)

    Los lugares en los que se desarrolla la historia comprenden tanto interiores como exteriores. Los interiores representan viviendas humildes (Figura19-Figura 24), el palacio del hada, el vientre del monstruo marino, una posada; el teatro de títeres; los exteriores representan la aldea, la campiña, el bosque. En general aluden a un entorno social modesto, con excepción de la morada del hada (Figura 17) o los lugares vinculados con las falsas ilusiones. Geográficamente podríamos situar la historia en una geografía y una arquitectura europeas, según muestran las imágenes de los diversos ilustradores, que concuerdan en esto (Figura 12).

    Figura 12



    Pero tal coincidencia, difiere en los modos de representar el espacio. En el autor que he encontrado mayor variedad es en Attilio Mussino, en cuya obra se reconocen al menos los siguientes modos:
    a) Abstracción del espacio mediante el recorte de la figura del personaje sobre el fondo blanco de la página.
    Figura 13

    b) Sugerencia del espacio por el agregado al personaje de algún elemento escenográfico, sobre el blanco de la página.
    Figura 14

    c) Combinación del paisaje con la tipografía.
    Figura 15
    d) Recorte de  una escena con inclusión de personajes y escenografía sobre el fondo blanco de la página.
    Figura 16

    e) Representación completa de una escena en un espacio rectangular, enmarcado por la página en blanco a modo de paspartú.
    Figura 17

    Otros autores recurren a modalidades semejantes, aunque varían los procedimientos plásticos, los estilos y tonos.
    Figura 18
            
    Chun Eun Sil  -  Richard Floethe (1937)  -  Attilio Cassinelli (1981)  -  Carlo Chiosti (1901)

    Roberto Innocenti (1988)

    ¿Cuándo sucede?  (El tiempo)

    La representación del tiempo puede considerarse en dos sentidos: a) la ubicación temporal de la historia (el tiempo histórico) y b) la variación temporal de lo sucesos que la componen (horas del día, estaciones del año, variaciones meteorológicas, descomposición temporal de la acción). En el primero de estos sentidos, la obra se abre con la fórmula tradicional de los cuentos populares “Érase una vez…” que ubica la acción en un pasado indefinido y remoto, si bien se tematiza la necesidad de aprender a leer y el recurso del abecedario para hacerlo, así como la asistencia a la escuela, inclusive de los sectores humildes, lo cual constituye una referencia a la sociedad contemporánea de Collodi. Pero más claramente es la imaginería la que establece una ubicación de la historia hacia finales del siglo XIX mediante alusiones del vestuario, la arquitectura, los medios de transporte o las costumbres. 
    Figura 19
              
                              E. Mazzanti (1883)                            Carlo Chiosti (1901)

                   
                L. y M. A. Cavalieri (1924)                  Roberto Innocenti (1988)

    El cambio temporal, en general, está ya claro en el texto; esto no quita mérito a algunos ilustradores que concretizan las referencias temporales de modo expresivo, sobre todo en las imágenes de escenas policromas completas. Un maestro en la representación de las horas del día y en las variaciones estacionales, es Roberto Innocenti. Lo vemos en la imagen precedente y en las siguientes, en algunas de las cuales la iluminación exalta el tono bucólico o dramático (F20).
    Figura 20
      
     
    Pero otros autores también muestran preocupación por retratar acertadamente los cambios temporales, como Giambattista Galizzi o, en menor medida, el ya mencionado Attilio Mussino.
    Figura 21
    Giambattista Galizzi (1942)

    Attilio Mussino (1911)
    La captación del transcurso temporal se expresa mediante la secuenciación que analizaremos más adelante (ver F23) pero en algún caso, como en esta doble página de Innocenti, mediante el recurso “momento y movimiento”: vemos en la misma escena a los mismos personajes en dos momentos de su encuentro y caminata.
    Figura 22

    ¿Qué hace y cómo? (La acción)

    Como en otros aspectos me apoyaré en el trabajo de Attilo Mussino por disponer de todas sus imágenes. Los diferentes modos de representar el espacio y los personajes que se permite este autor, con variaciones de encuadre, posibilitan comprender no sólo la acción exterior, sino también el interior de los personajes. Así ocurre en la secuencia de imágenes de Maese Ciruela que retrata cómicamente su estupor y enojo ante el leño parlante, junto con sus acciones físicas. El ilustrador ha aislado la acción exterior e interior sobre un fondo vacío, con el único agregado del gato, que completa las acciones del personaje mediante sus reacciones.
    Mussino agrega un encuadre extraño al conjunto con el fin de darnos a conocer más en detalle y de modo más realista al personaje mediante un primer plano de perfil con un procedimiento plástico diferente.
    Figura 23


    Maese Ciruela (Attilo Mussino)


    En otra opción, selecciona el plano americano de conjunto para registrar escenas de interacción entre personajes que gesticulan con sus manos. En el ejemplo, Mussino elige un marco circular en el cual inserta el plano americano.
    Figura 24
       

        

    Utiliza el llamado plano general  en las imágenes a color en las que retrata multitudes. Entre ellas que se mueve el personaje principal; la imagen da así una idea de la repercusión social de sus acciones. A diferencia de los ejemplos anteriores, que se ubican a razón de dos imágenes por página intercaladas en el texto, en estos casos utiliza la página completa. 
    Figura 25

    Figura 26

    En la imagen superior hay un doble marco, el perimetral de la ilustración y el de la ventana en la cual se recorta la figura del hada en un plano medio corto. Lo particular en este caso es la sustitución de la angulación normal utilizada en gran parte de la obra, por el contrapicado, que  coloca al personaje en un rango de superioridad.

     
                                                 Figura 27                                                                 Figura 28
    En la Figura 27, encontramos un plano general corto con angulación en picado. Ello permite dominar una escena simultánea de la carrera de los escolares, logrando, mediante la lectura sucesiva de las figuras desplazándose a grandes zancadas, agitando los brazos, tropezando y cayendo, una sensación de movimiento y velocidad. Pero el conjunto está cortado, quedando una parte fuera de cuadro. El efecto de continuidad de la acción se prolonga así en la imaginación del observador.
    Ocasionalmente Mussino apela al plano de detalle para plasmar las acciones de pequeños personajes como el grillo parlante (Figura 28).
    En el caso de este autor, el trabajo con la mímica y la gestualidad es minucioso, tal vez algo exagerado con propósitos humorísticos. (Figura 23) Innocenti, en cambio, en lugar de centrarse en el personaje prioriza el contexto por medo de escenarios sumamente amplios y complejos;  consecuentemente  minimiza  el  efecto de la gesticulación, aunque sí otorga cierta importancia a la mímica. Las imágenes congelan momentos significativos de la acción.
    Transiciones secuenciales
    La edición ilustrada por Mussino tiene varias particularidades en este aspecto: 
    a) imágenes anticipatorias a color en la apertura de cada capítulo (Figura 27) y en las capitulares iniciales de los mismos (Figura 15). Esto complica la continuidad del relato desde lo visual y obliga a aferrarse al texto hasta que se comprende la propuesta; 
    b) predominio de secuencias en las cuales la transición   es  de  acción a acción  (Figuras 23 y 24),  lo que permite una  comprensión fluida de relato visual; este modo de secuenciar incluye diversidad de resoluciones, desde imágenes pequeñas intercaladas en páginas de texto, en uno o dos colores (Figura 3), a imágenes, incluidas en la misma secuenciación, a todo color, de a dos por página (Figura 30) o a página completa (Figura 29). El cambio de formato, implica ritmos cambiantes de lectura, inclusive en ciertos casos hay que girar el libro para contemplar la imagen en posición normal (Figuras 6 y 25); 

                            Figuras 29 y 30

    c) detención de la acción por la inclusión a página completa del retrato de quien protagoniza la secuencia (Figura 23).
    En el cómic ilustrado por Chiqui de la Fuente (1985), la transición de acción a acción es predominante. En F31 se aprecian dos momentos de vigilia y un intermedio de sueño representado por la onomatopeya convencional acompañada del relato verbal. F32 muestra una transición escena a escena: arribo a la posada y cena. La elección de estos modos de transición, posiblemente respondan a la necesidad de dar continuidad visual a la historia y avanzar en ella con cierta agilidad, pues se intenta narrar una novela completa en un  total de 43 páginas. 
    Figura 31

    Esto se logra también eliminando episodios, como el de la prisión en la ciudad Atrapanecios y en la granja, o el de los escolares con sus secuelas (el pescador verde y el perro Alidoro). El relato se dinamiza mediante la variación de los encuadres y angulaciones elegidos. Pero la presentación de una historia de cualquier manera extensa, sin solución de continuidad, como ocurre en la novela mediante la división en capítulos, hace difícil sostener el interés y continuidad de la lectura.   
    Figura 32

    Conclusiones


    Como seguramente se aprecia por la cantidad de imágenes seleccionadas, los autores que captaron mayormente mi interés son Attilio Mussino y Roberto Innocenti, aunque esa predominancia responde en parte también a la disponibilidad de las imágenes, que no conseguí reunir en igual cantidad en otros casos. No podría decir cuál de ellos lee mejor la novela; pero me parece que ambos la leen de modo diferente y aprecian distintas cuestiones. Creo que Mussino rescata primordialmente la acción y los personajes; de allí que en gran parte de las ilustraciones reduzca al mínimo el atrezzo. En cambio, Innocenti, da gran importancia al contexto histórico y social en el cual se inserta la historia, por lo cual no sólo elabora grandes cuadros escenográficos rigurosamente documentados, sino que incluye en ellos a otros personajes no necesarios para la historia pero que le agregan una dimensión social significativa.
    Algo que me interesa destacar en relación con estos autores es la maestría de su trabajo. En Innocenti, es destacable la técnica pictórica junto con su minuciosidad casi fotográfica, la elección de grandes planos generales en los cuales se descubren decenas de detalles secundarios junto a la historia principal, la elección de angulaciones expresivas, el uso del color y de la luz para dar el tono justo a la escena, sea invernal o primaveral, diurna o nocturna, campesina o urbana.
    Me admira Mussino por la variedad de resoluciones que encuentra y por los encuadres y angulaciones que adopta, que considero innovadores para la época, habida cuenta de que el cine estaba en su etapa experimental en cuanto a la construcción de un lenguaje del cual derivan estos recursos. No en vano Italia era en la segunda década del siglo XX un lugar de experimentación y de constitución del séptimo arte, como lo denomina por primera vez Riccioto Canudo en 1911 en su "Manifiesto de las Siete Artes". (Ministerio de Educación de España, 2008) y, evidentemente tales búsquedas también se producían en el campo de las artes gráficas.
    Otra observación que este trabajo me permitió realizar es que en torno a Pinocho se constituyó tempranamente una tradición visual que se ha mantenido hasta el presente, aunque cada momento histórico introdujo variantes e innovaciones. La fuerza de la industria cultural norteamericana, si bien ha influido fuertemente en el imaginario popular, instaurando la imagen infantilizada y edulcorada del Pinocho de celuloide, no ha logrado, sin embargo, anular la tradición europea en la representación del personaje.

    Referencias bibliográficas

    Collodi, C. (1926). The adventures of Pinocciho. New York: The Macmillan Company. Disponible en línea en http://www.illuminated-books.com/viewer-en.php?book=pinocchio , visitada el 16 de febrero de 2013. Ilustrador Attilio Mussino
    Collodi, C. (1980). Las aventuras de Pinocho. Madrid: Alianza. Ilustrador: Attilio Mussino
    Collodi, C. (2003). Pinocho. Barcelona: Ediciones B. Compilador de ilustraciones: Cooper Edens.
    Collodi, C. (1985)  Pinocho. Madrid: Larouse.. Ilustrador: Chiqui de la Fuente. Guión: Carlos A. Cornejo.
    Collodi, C. (1988) Las aventuras de Pinocho. Madrid: Altea. Ilustración de Roberto Innocenti
    Ministerio de Educación de España (2008). “1.3. Consolidación de un lenguaje”. En Media. España, Ministerio de Educación, Política Social y Deporte. Disponible en http://recursos.cnice.mec.es/media/cine/bloque1/pag3.html    
    Además se han tomado imágenes de las siguientes páginas web:
    http://www.imaginaria.com.ar/, visitada entre febrero y marzo de 2013.
    http://www.cuatrogatos.org/9pinochopoema.html, visitada entre febrero y marzo de 2013.
    http://www.guiascostarica.com/pinocho/, visitada entre febrero y marzo de 2013.
    http://www.cuatrogatos.org/articulolasaventurasdepinocho.html, visitada entre febrero y marzo de 2013.
    http://funnyaminals.com/tag/richard-floethe/, visitada entre febrero y marzo de 2013.





    [1] Esta edición puede consultarse completa en la siguiente dirección electrónica: http://www.illuminated-books.com/viewer-en.php?book=pinocchio