Carla Baredes, Licenciada en Física, conoció a Ileana
Lotersztain, Licenciada en Biología, a comienzos de 1997, mientras ambas
cursaban Introducción a la Divulgación
Científica en el Instituto Leloir, y desde entonces comparten
una amistad y un proyecto del cual quisiéramos hablar.
Paradójicamente habían ido al mismo jardín de
infantes, a idéntica escuela secundaria y a la misma Facultad; pero su
encuentro fue tardío, aunque muy productivo, pues su amistad floreció en libros. Efectivamente, en el año 1999,
consolidando una fructífera relación profesional de estudio y asesoramiento
mutuo, decidieron compartir oficina en un desván muy simpático en el cual
comenzaron a amasar un viejo anhelo compartido: escribir un libro que tratara sobre ciencia
pero que fuera divertido y ameno, moderno. Y el libro nació al fin en el año
2000 y con él una Editorial dedicada a la divulgación científica. El libro se
llamó Preguntas que ponen los pelos de
punta1- Sobre el agua y el fuego. Y la editorial se llama Iamiqué. Desde
entonces se dedican con éxito a la divulgación científica de un modo muy
particular. Las editoras declaran estar “empecinadas en demostrar que la
ciencia no muerde y que puede ser disfrutada por todo el mundo”, es decir “en
hacer los libros más lindos, más divertidos y más creativos…”
Precisamente tenemos a la vista uno de sus libros
estrella titulado El baño no fue siempre así. Su nombre es una variante de otros que
conforman la colección Las cosas no fueron siempre así, dedicada a las Ciencias Sociales y que
por ahora ha abordado la medicina, el cine, la escuela, los libros y, por
supuesto, el baño. Conversamos con las editoras:
—La
colección, a pesar del humor, parece referirse a cuestiones bastante serias y
amplias como los libros, el cine, la escuela, la medicina ¿por qué incluyeron
el baño en ella? ¿Cómo se les ocurrió el tema?
—En
realidad, incluimos el baño en esta serie como excusa para hablar sobre la
importancia de la higiene y la necesidad de contar con un sistema de
alcantarillado, sobre todo para la vida en la ciudad.
— Es que,
como bien se muestra en el libro, el baño tiene una existencia relativamente
reciente, al menos con el carácter universal que ha alcanzado en la actualidad.
Al espigar usos y curiosidades históricas que contrastan con la situación y las
concepciones actuales referidas a la higiene y la salud, el libro apuesta a
crear la sensación de que vivimos en un mundo mejor gracias a la ciencia y la
tecnología. Demostrar que las cosas no han
sido siempre así es también una forma de luchar contra la expresión popular
contraria, que refleja una aceptación pasiva y resignada de la realidad. En ese
sentido, esta colección es realmente algo serio y, seguramente, este libro demandó
un tiempo y un esfuerzo singular.
—Es
cierto. Los títulos de esta serie llevan un largo tiempo de elaboración. Hay
que seleccionar primero el tema, buscar un especialista que arme el índice y
recopile la información y alguien (que no necesariamente es la misma persona)
que lo escriba pensando en el público infantil. Y también hay que trabajar
mucho con el ilustrador para cuidar que las ilustraciones sean adecuadas con la
época histórica que se quiere reflejar. Todo este trabajo en equipo, desde el
inicio de la idea hasta que el libro está en la calle puede tomar hasta dos
años.
— Ileana, vos
que sos autora del libro, en colaboración con Federico Kokuso, ¿cómo evaluás la
aceptación por parte del público de El baño no fue siempre así? ¿Tenés algún
modo de medirla además de las ventas?
—Sin
lugar a dudas, El baño… es el libro de la serie que más aceptación tiene entre
los chicos. Lo vemos principalmente en las ferias, donde los chicos se acercan
libremente a los libros y este es uno de los títulos más taquilleros.
— En el libro,
hay cierto regusto por lo escatológico y por lo desagradable, como el caso de
la dentadura de la Reina Isabel
de Inglaterra, por ejemplo. ¿Qué papel atribuís a lo ‘asqueroso’ en la
literatura infantil?
—El tema
se presta para incluir una infinidad de datos escabrosos. Tratamos de buscar un
equilibrio adecuado entre la información más dura y las notas de color, entre
las que se incluyen los datos escatológicos (tratados, obviamente, con muy buen
gusto). Los incluimos porque a los chicos les resultan muy divertidos y los
estimulan a seguir leyendo. Y los usamos no sólo en esta serie; en Asquerosología (la ciencia de las cosas
que dan asco) este tipo de información sirve como excusa para explicar
fenómenos de lo más serios.
— La editorial
está especializada en ediciones para niños. ¿Qué idea de infancia se manifiesta
en sus libros?
—Si hay
algo que caracteriza a los chicos es su capacidad inagotable de preguntarse y
preguntar. Nuestros libros rescatan y reflejan eso: el valor de la pregunta. Y una vez
que uno da con una posible respuesta, inmediatamente surgen nuevas preguntas y
así se va construyendo el conocimiento. Eso, en esencia, es el espíritu
iamiquense que se respira en todos y cada uno de nuestros libros.
— Existen
algunos temas “difíciles” o “tabú” desde el punto de vista adulto, que pueden
causar curiosidad en los niños ¿Piensan que es provechoso presentarles estos
temas en los libros? ¿En qué medida y de qué modo?
—Para
tratar los temas difíciles con los chicos un libro es, justamente, un excelente
aliado. En nuestro caso en particular, el mayor desafío lo tuvimos con “Abuelas
con identidad”, donde les contamos a los lectores la historia de las Abuelas de
Plaza de Mayo y los nietos recuperados. Fue un trabajo difícil y de mucho
compromiso pero de enorme satisfacción personal, por haber aportado nuestro
granito de arena a un tema de tratamiento absolutamente necesario.
— Si miramos
la división temática del catálogo hay un evidente desequilibrio numérico entre
los libros de Ciencias Naturales y los referidos al resto de las ciencias,
especialmente Matemática y Lengua. ¿Esto responde a un plan de edición, a una
preferencia personal o a alguna dificultad para abordar esas otras ciencias?
¿Son menos divertidas?
—Se debe
a un plan de edición y a un crecimiento editorial que se va dando a lo largo de
los años. Empezamos haciendo lo que más sabíamos desde nuestra formación como
científicas y después nos dimos cuenta de que lo más valioso que tenía Iamiqué
era un modo de informar, y que esto se podía trasladar a otras áreas (Ciencias
Sociales, Lengua, Filosofía) y esto se vio reflejado en las nuevas colecciones.
— ¿Cómo
justifican la idea en la promoción de la serie Metacuentos
de que el arte pueda ser una excusa
para aprender geometría o que la literatura se promueva como ejercitación de
habilidades o para desarrollar el pensamiento lógico?
—En realidad, nos encantan
las propuestas interdisciplinarias, donde se ponen en juego varios saberes. En
particular, la combinación ciencia-arte
es una de las más acertadas.
—¿De qué modo
juegan las segmentaciones (sociales, etarias, por género…) del público lector
en su visión de la tarea editorial y de su catálogo?
—Como
solemos contar, cuando empezamos a escribir, decidimos –prejuiciosamente- que
nuestros libros no serían para la
escuela. Y aunque no lo establecimos expresamente, le
escribimos “al chico” que teníamos más cerca: curioso, estimulado, desenvuelto,
urbano, clase media… Después de que anduvimos un trecho, la Comisión Nacional
Protectora de Bibliotecas Populares decidió comprar nuestros
títulos para mandar a todas las bibliotecas del país. Comenzamos a recibir
cartas y mensajes de muchos chicos del interior, con felicitaciones,
comentarios e invitaciones. Han venido a la editorial muchas maestras con
sobres llenos de moneditas, a comprar los libros para la biblioteca de la escuela. Y varias
fundaciones que apadrinan escuelas de frontera decidieron comprar nuestros
títulos para donar a esas escuelas. Una de esas entidades, la Fundación Escolares ,
puso en marcha un plan de promoción de la lectura que trabaja en 40 escuelas
repartidas por las provincias de Chaco y Misiones. Su coordinadora, Laura Roldán , nos mantiene
siempre al tanto de la recepción que tiene nuestros títulos. Por supuesto,
también tenemos muy buenos lectores entre esos chicos que están “más cerca”,
que van a escuelas que conocemos, que nos escriben e-mails desde sus casas, que
podríamos conocer a sus padres, que podríamos cruzarlos mientras paseamos, que
tal vez hasta nos hayan hecho alguna pregunta. Todos, todos, todos, unidos por
el mismo combustible: las ganas de descubrir y comprender el mundo que nos
rodea. Y sintiéndonos protagonistas. Con respecto a la segmentación de género,
para nuestra alegría, nuestros libros son bien recibidos tanto por varones como
por niñas. Y en lo que a edad se refiere, nuestra oferta es mayor para las
franjas 5-8 y 8-11.
— Iamiqué
tiene una imagen visual característica ¿Cuáles son sus ideas acerca de la
ilustración de libros para niños?
—Como
solemos decir, en Iamiqué las ilustraciones y el diseño constituyen una parte muy importante de cada libro. En ese sentido,
nos gusta, y nos parece ideal, que el ilustrador y el diseñador trabajen con
total libertad en el proceso de creación. Nuestro trabajo de ilustración y
diseño consiste, principalmente, en “dar con la persona indicada” para cada
obra, es decir, aquella que se entusiasme con el proyecto, se interese por la
información contenida en el futuro libro y se ajuste al espíritu de nuestra
editorial.
— Justamente
a ese espíritu me refiero. Creo que hay una fuerte adhesión al comic
y a la caricatura humorística, si bien la fotografía es también una
ruptura importante. ¿Les interesaría experimentar con otras estéticas?
—A lo
largo de los años hemos ido arriesgando e incursionando en nuevas estéticas que
enriquecen nuestro catálogo y probablemente mantengamos este espíritu innovador
en el futuro.
— Pasando
ahora al plano más comercial del emprendimiento, teniendo en cuenta que
declaran no tener “gerentes ni telefonistas ni un departamento de marketing”,
es decir carecer de una estructura editorial, ¿cómo encaran la difusión y
distribución de sus libros y qué alcance tiene ésta?
—Para
las editoriales chicas, lograr “visibilidad” es un gran desafío. En nuestro
caso, contamos con una persona que se ocupa diariamente de nuestra presencia en
las redes sociales (Facebook, Twitter) y prepara mensualmente un ewsletter con
las principales novedades que enviamos a una extensa lista de mailing. Con
respecto a la distribución, nos ocupamos nosotros mismos (sólo en algunos casos
a través de distribuidores) de atender a la mayor cantidad de puntos de venta.
Una estructura pequeña, pero muy eficiente.
— ¿Qué
consejos darían a los editores noveles que, como ustedes, se inician con pocos
recursos económicos?
—Más
allá de las posibilidades económicas, lo fundamental es armar un proyecto que,
de algún modo, se diferencie del resto de lo que hay en el mercado y explotar
esa diferencia. Y, fundamentalmente, poner pasión y creatividad en lo que uno
hace; ése es el secreto del éxito.
Agradecemos a Ileana y a Carla su amabilidad al
haberse tomado el tiempo de conversar con nosotros, a pesar de que viven “una
vorágine de laburo”. (¿No tendrían
que incluir un título en su catálogo que desnaturalizara este vivir bajo
presión de nuestro tiempo? ¿Algo así como “El laburo no fue siempre así”? Aunque, pensándolo bien, posiblemente antes
haya sido peor).
NOTA 1: Por tratarse de un reportaje entre argentinos
sobre una temática argentina, me pareció más auténtico conservar los modos
coloquiales y el uso del voseo, habitual en este país, en lugar de transformar
el texto a un registro más general o más formal, lo cual resultaría, al menos
para nuestra sensibilidad, artificial.
NOTA 2: El presente reportaje corresponde a un trabajo elaborado por Oscar Caamaño para el curso Imágenes de infancia - Imágenes para la infancia, dictado por Gustavo Puerta como parte del Máster en Libros y Literatura para Niños de la Universidad Autónoma de Barcelona, año 2013.
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