lunes, 16 de febrero de 2015

CONRADO NALÉ ROXLO Y SU ESCUELA PARA HADAS

Conrado Nalé Roxlo nació en Buenos Aires el 15 de febrero de 1898 y falleció en la misma ciudad el 2 de julio de 1971. Escritor autodidacta, cultivó la narrativa, la poesía, el teatro, género por el cual recibió numerosos premios.  Su amplio espectro expresivo incluye el humor, el lirismo, la ironía, el drama. Fue también guionista cinematográfico y periodista. Fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura y el Gran Premio de Honor de la SADE en 1961.
En este espacio nos interesa fundamentalmente por su obra dedicada a la infancia, entre la que se cuenta su mejor poesía –tal es el caso de su primer libro de poemas, El Grillo, y el poema homónimo, devenido en clásico de la poesía argentina- así como sus relatos maravillosos.

LA ESCUELA DE LAS HADAS

En 1953 apareció El diario de mi amiga Cordelia, antecedente de su más famoso relato La escuela de las hadas, publicado en 1954 por Editorial Abril, con ilustraciones de Breccia. El relato, leído por varias generaciones de niños, ha conocido nuevas ediciones[1];  se ha convertido en un clásico dentro del género en Argentina y eso tal vez se deba, además de su sencilla pero excelente escritura, al hecho de que coincide con ciertas características singulares de la literatura nacional para niños.

La edición con ilustraciones de Breccia

La literatura argentina para niños tiene su raíz en el imaginario europeo; sentimos como propios los clásicos, desde Perrault a las Grimm y Andersen, desde Collodi a Stevenson o Salgari. Hadas, duendes, brujas, magos, príncipes y princesas han encontrado refugio en muchos relatos y poemas de esta geografía. Baste ejemplificar con Las torres de Nuremberg, de José Sebastián Tallon[2]. Los nombres de las hadas de Roxlo tienen reminiscencias medievales y renacentistas: Melisaura, Amarilis, Coralia, Moraima y están lideradas por el propio mago Merlín. Como en los cuentos europeos retornan los motivos de la varita mágica, la pareja de ladrones tontos, uno de los cuales pide a la varita una carroza; el barquero que transporta a los caminantes de una a otra orilla del un río; la fuente en el bosque, el pastorcito con sus ovejas y una loba que lo acecha. La intertextualidad adquiere carácter explícito con la referencia a la fábula del cuervo que llevaba un trozo de queso en el pico, conocida de las niñas. Pero, si es verdad que los personajes y el ambiente entroncan con los de los cuentos europeos, es cierto también que en Roxlo late ya un impulso desmitificador de los seres mágicos. No sólo Merlín es un simpático anciano bonachón, un poco cascarrabias, es decir una versión graciosa del personaje artúrico, sino que las hadas no lo son de nacimiento, ni siquiera seres de otra especie: “puede llegar a serlo cualquier niña con menos trabajo que aprobar segundo grado. Solo hace falta un poco de suerte, como para todo en la vida, y un corazón bien puesto” (Nalé Roxlo 1998, 7). Más aún, las hadas se forman en una escuela, como toda actividad o profesión que se precie en Argentina. La escuela en todos sus niveles, incluyendo la universidad, tiene poder canonizador en un país que se construyó, en gran medida, precisamente desde la escuela. La desmitificación es un rasgo que ha caracterizado la escritura para niños posterior. Otro elemento que da sabor local a esta historia son los otros nombres de personajes, como el de Jazmín para el perro, Colorín para el payaso y, sobre todo, Pipiolo para el niño enfermo, nombre este último afincado en el lunfardo porteño.
La edición ilustrada por Leonardo Haleblian

Otro elemento característico de la Literatura para niños argentina actual, presente ya en este relato, es el humor. La narración carece del dramatismo y la oscuridad de muchos cuentos clásicos y populares. Si bien no faltan las conductas reprochables y los peligros, los conflictos obtienen una resolución risueña e ingeniosa. La magia, por otra parte, se vincula con el absurdo, en tanto se rompen las leyes habituales de la realidad, pero no deja de tener su lógica y una cuota de sensatez. La solución que Cordelia da al dilema de transformar al gato en ratón o al ratón en gato para evitar que uno ataque al otro, sería un ejemplo claro: prefiere transformar al ratón en gato porque de paso salva a los libros de ser comidos por los ratones. Y si bien se mira, en todos los episodios pasa algo semejante: las niñas vencen la vanidad del árbol mágico apelando a esa misma vanidad; Cordelia, que ha transformado a la loba en oveja para evitar que ataque el rebaño, reacciona a los reproches de los lobeznos abandonados transformándolos en corderos; quienes usan la magia para sus intereses egoístas, como los ladrones y el juez corrupto, son castigados a partir de sus propios deseos. No obstante, el libro evita la moralina y prefiere el ridículo y la risa. Como ya hemos citado, en realidad la clave de la magia radica en “tener un corazón bien puesto”. Cordelia, a pesar de su corta edad, es inteligente y sensata, virtudes que se suman a la valentía, a la seguridad en sí misma, a la solidaridad, a la bondad. Podríamos decir que, si la historia enseña algo no es ejemplificando una determinada conducta práctica, como lo hace la literatura didáctica, sino a través de la empatía con el personaje.
La edición en rústica de Editorial Colihue


Como rasgo positivo, señalemos que Nalé Roxlo ha escogido un héroe femenino a contrapelo de la elección dominante en la literatura infantil actual, según nos revela Teresa Colomer[3]. El autor ha aprovechado inteligentemente un perfil en el cual la mujer puede ser poderosa sin masculinizarse: el rol de las hadas. Cordelia no tiene necesidad de abandonar aquellos rasgos característicos de lo femenino, como es la cordialidad contenida en el nombre del personaje. Resulta acertada la elección de un narrador masculino, el propio hermano mayor de Cordelia quien, a pesar de reconocer su rivalidad cotidiana, es capaz de señalar las virtudes de su hermanita, trasuntando cierto orgullo en subrayar los aspectos positivos de su carácter.



Dos ediciones ilustradas por Mónica Pironio, la de Editorial Colihue y el extracto realizado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología

A sesenta años de la primera edición de La escuela de las hadas, la obra sigue tan fresca y divertida como en sus primeros tiempos, constituyéndose en un clásico perdurable.




[1] Otras ediciones de La escuela de las hadas: EUdeBA publicó en 1963 una versión ilustrada por Leonardo Haleblian; Colihue lo hizo en rústica, en la colección Libros del Malabarista, en 1988 y una edición de lujo ilustrada por Mónica Pironio en el mismo año. Un extracto de esa edición ha sido reproducido bajo el título de Examen de ingreso a la escuela de las hadas (2004).
[2] Tallon, José Sebastián (1927). Las torres de Nuremberg. Buenos Aires.
[3] Teresa Colomer, en su Introducción a la literatura infantil y juvenil (1999), analiza los modelos masculino y femenino como factores de socialilzación cultural en los libros actuales. 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA



Nalé Roxlo, C. y Pironio, M. (1988). La escuela de las hadas. Buenos Aires, Ediciones Colihue.     
Nalé Roxlo, C. y Pironio, M. (2004). Examen de ingreso a la escuela de las hadas. Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Existe versión en línea:  https://docs.google.com/file/d/0B-Ni2I9Y00_yZFVPS3NMS0ZTMXVPSFltdElaN1dOZw/edit?pli=1


Pardo Belgrano, M. R.; Gallelli, G. R. y Vulovic, E. P. (2009). Diccionario de literatura infantil y juvenil. Buenos Aires, Vinciguerra.
Pardo Belgrano, M. R. (1979). Lexicón de literatura infantil juvenil. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.
Peña Muñoz, M. (2009). Historia de la literatura infantil en América Latina. Madrid, Fundación SM.
Tallon, J. S. (1995). Las torres de Nuremberg. Buenos Aires, Colihue.

Algunas páginas de Internet vinculadas con el autor


3 comentarios:

  1. La EScuela de las Hadas es uno de mis libros infantiles preferidos. De una fantasía y una delicadeza sin igual.

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  3. Este libro nos lo regalaron en la escuela cuando cumplí mi primer grado. De vez en cuando lo hojeo y lo leo lleno de nostalgia. Lo conservo como un "tesoro" que trasciende el paso del tiempo.

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