jueves, 16 de enero de 2014

NO FUE SIEMPRE ASÍ. Otra forma de mirar la ciencia.



Carla Baredes, Licenciada en Física, conoció a Ileana Lotersztain, Licenciada en Biología, a comienzos de 1997, mientras ambas cursaban Introducción a la Divulgación Científica en el Instituto Leloir, y desde entonces comparten una amistad y un proyecto del cual quisiéramos hablar.
Paradójicamente habían ido al mismo jardín de infantes, a idéntica escuela secundaria y a la misma Facultad; pero su encuentro fue tardío, aunque muy productivo, pues su amistad  floreció en libros. Efectivamente, en el año 1999, consolidando una fructífera relación profesional de estudio y asesoramiento mutuo, decidieron compartir oficina en un desván muy simpático en el cual comenzaron a amasar un viejo anhelo compartido:  escribir un libro que tratara sobre ciencia pero que fuera divertido y ameno, moderno. Y el libro nació al fin en el año 2000 y con él una Editorial dedicada a la divulgación científica. El libro se llamó Preguntas que ponen los pelos de punta1- Sobre el agua y el fuego. Y la editorial se llama Iamiqué. Desde entonces se dedican con éxito a la divulgación científica de un modo muy particular. Las editoras declaran estar “empecinadas en demostrar que la ciencia no muerde y que puede ser disfrutada por todo el mundo”, es decir “en hacer los libros más lindos, más divertidos y más creativos…”
Precisamente tenemos a la vista uno de sus libros estrella titulado El baño no fue siempre así. Su nombre es una variante de otros que conforman la colección Las cosas no fueron siempre así, dedicada a las Ciencias Sociales y que por ahora ha abordado la medicina, el cine, la escuela, los libros y, por supuesto, el baño. Conversamos con las editoras:
—La colección, a pesar del humor, parece referirse a cuestiones bastante serias y amplias como los libros, el cine, la escuela, la medicina ¿por qué incluyeron el baño en ella? ¿Cómo se les ocurrió el tema?
—En realidad, incluimos el baño en esta serie como excusa para hablar sobre la importancia de la higiene y la necesidad de contar con un sistema de alcantarillado, sobre todo para la vida en la ciudad.
    Es que, como bien se muestra en el libro, el baño tiene una existencia relativamente reciente, al menos con el carácter universal que ha alcanzado en la actualidad. Al espigar usos y curiosidades históricas que contrastan con la situación y las concepciones actuales referidas a la higiene y la salud, el libro apuesta a crear la sensación de que vivimos en un mundo mejor gracias a la ciencia y la tecnología. Demostrar que las cosas no han sido siempre así es también una forma de luchar contra la expresión popular contraria, que refleja una aceptación pasiva y resignada de la realidad. En ese sentido, esta colección es realmente algo serio y, seguramente, este libro demandó un tiempo y un esfuerzo singular.
—Es cierto. Los títulos de esta serie llevan un largo tiempo de elaboración. Hay que seleccionar primero el tema, buscar un especialista que arme el índice y recopile la información y alguien (que no necesariamente es la misma persona) que lo escriba pensando en el público infantil. Y también hay que trabajar mucho con el ilustrador para cuidar que las ilustraciones sean adecuadas con la época histórica que se quiere reflejar. Todo este trabajo en equipo, desde el inicio de la idea hasta que el libro está en la calle puede tomar hasta dos años.

    Ileana, vos que sos autora del libro, en colaboración con Federico Kokuso, ¿cómo evaluás la aceptación por parte del público de El baño no fue siempre así? ¿Tenés algún modo de medirla además de las ventas?
—Sin lugar a dudas, El baño… es el libro de la serie que más aceptación tiene entre los chicos. Lo vemos principalmente en las ferias, donde los chicos se acercan libremente a los libros y este es uno de los títulos más taquilleros.
    En el libro, hay cierto regusto por lo escatológico y por lo desagradable, como el caso de la dentadura de la Reina Isabel de Inglaterra, por ejemplo. ¿Qué papel atribuís a lo ‘asqueroso’ en la literatura infantil?
—El tema se presta para incluir una infinidad de datos escabrosos. Tratamos de buscar un equilibrio adecuado entre la información más dura y las notas de color, entre las que se incluyen los datos escatológicos (tratados, obviamente, con muy buen gusto). Los incluimos porque a los chicos les resultan muy divertidos y los estimulan a seguir leyendo. Y los usamos no sólo en esta serie; en Asquerosología (la ciencia de las cosas que dan asco) este tipo de información sirve como excusa para explicar fenómenos de lo más serios.
    La editorial está especializada en ediciones para niños. ¿Qué idea de infancia se manifiesta en sus libros?
—Si hay algo que caracteriza a los chicos es su capacidad inagotable de preguntarse y preguntar. Nuestros libros rescatan y reflejan eso: el valor de la pregunta. Y una vez que uno da con una posible respuesta, inmediatamente surgen nuevas preguntas y así se va construyendo el conocimiento. Eso, en esencia, es el espíritu iamiquense que se respira en todos y cada uno de nuestros libros.
    Existen algunos temas “difíciles” o “tabú” desde el punto de vista adulto, que pueden causar curiosidad en los niños ¿Piensan que es provechoso presentarles estos temas en los libros? ¿En qué medida y de qué modo?
—Para tratar los temas difíciles con los chicos un libro es, justamente, un excelente aliado. En nuestro caso en particular, el mayor desafío lo tuvimos con “Abuelas con identidad”, donde les contamos a los lectores la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo y los nietos recuperados. Fue un trabajo difícil y de mucho compromiso pero de enorme satisfacción personal, por haber aportado nuestro granito de arena a un tema de tratamiento absolutamente necesario.
    Si miramos la división temática del catálogo hay un evidente desequilibrio numérico entre los libros de Ciencias Naturales y los referidos al resto de las ciencias, especialmente Matemática y Lengua. ¿Esto responde a un plan de edición, a una preferencia personal o a alguna dificultad para abordar esas otras ciencias? ¿Son menos divertidas?
—Se debe a un plan de edición y a un crecimiento editorial que se va dando a lo largo de los años. Empezamos haciendo lo que más sabíamos desde nuestra formación como científicas y después nos dimos cuenta de que lo más valioso que tenía Iamiqué era un modo de informar, y que esto se podía trasladar a otras áreas (Ciencias Sociales, Lengua, Filosofía) y esto se vio reflejado en las nuevas colecciones.
    ¿Cómo justifican la idea en la promoción de la serie Metacuentos de que el arte pueda ser una excusa para aprender geometría o que la literatura se promueva como ejercitación de habilidades o para desarrollar el pensamiento lógico?
—En realidad, nos encantan las propuestas interdisciplinarias, donde se ponen en juego varios saberes. En particular, la combinación ciencia-arte es una de las más acertadas.
¿De qué modo juegan las segmentaciones (sociales, etarias, por género…) del público lector en su visión de la tarea editorial y de su catálogo?
—Como solemos contar, cuando empezamos a escribir, decidimos –prejuiciosamente- que nuestros libros no serían para la escuela. Y aunque no lo establecimos expresamente, le escribimos “al chico” que teníamos más cerca: curioso, estimulado, desenvuelto, urbano, clase media… Después de que anduvimos un trecho, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares decidió comprar nuestros títulos para mandar a todas las bibliotecas del país. Comenzamos a recibir cartas y mensajes de muchos chicos del interior, con felicitaciones, comentarios e invitaciones. Han venido a la editorial muchas maestras con sobres llenos de moneditas, a comprar los libros para la biblioteca de la escuela. Y varias fundaciones que apadrinan escuelas de frontera decidieron comprar nuestros títulos para donar a esas escuelas. Una de esas entidades, la Fundación Escolares, puso en marcha un plan de promoción de la lectura que trabaja en 40 escuelas repartidas por las provincias de Chaco y Misiones. Su coordinadora, Laura Roldán, nos mantiene siempre al tanto de la recepción que tiene nuestros títulos. Por supuesto, también tenemos muy buenos lectores entre esos chicos que están “más cerca”, que van a escuelas que conocemos, que nos escriben e-mails desde sus casas, que podríamos conocer a sus padres, que podríamos cruzarlos mientras paseamos, que tal vez hasta nos hayan hecho alguna pregunta. Todos, todos, todos, unidos por el mismo combustible: las ganas de descubrir y comprender el mundo que nos rodea. Y sintiéndonos protagonistas. Con respecto a la segmentación de género, para nuestra alegría, nuestros libros son bien recibidos tanto por varones como por niñas. Y en lo que a edad se refiere, nuestra oferta es mayor para las franjas 5-8 y 8-11.
    Iamiqué tiene una imagen visual característica ¿Cuáles son sus ideas acerca de la ilustración de libros para niños?
—Como solemos decir, en Iamiqué las ilustraciones y el diseño constituyen una parte muy importante de cada libro. En ese sentido, nos gusta, y nos parece ideal, que el ilustrador y el diseñador trabajen con total libertad en el proceso de creación. Nuestro trabajo de ilustración y diseño consiste, principalmente, en “dar con la persona indicada” para cada obra, es decir, aquella que se entusiasme con el proyecto, se interese por la información contenida en el futuro libro y se ajuste al espíritu de nuestra editorial.
    Justamente a ese espíritu me refiero. Creo que hay una fuerte adhesión al comic  y a la caricatura humorística, si bien la fotografía es también una ruptura importante. ¿Les interesaría experimentar con otras estéticas?
—A lo largo de los años hemos ido arriesgando e incursionando en nuevas estéticas que enriquecen nuestro catálogo y probablemente mantengamos este espíritu innovador en el futuro.
    Pasando ahora al plano más comercial del emprendimiento, teniendo en cuenta que declaran no tener “gerentes ni telefonistas ni un departamento de marketing”, es decir carecer de una estructura editorial, ¿cómo encaran la difusión y distribución de sus libros y qué alcance tiene ésta?
—Para las editoriales chicas, lograr “visibilidad” es un gran desafío. En nuestro caso, contamos con una persona que se ocupa diariamente de nuestra presencia en las redes sociales (Facebook, Twitter) y prepara mensualmente un ewsletter con las principales novedades que enviamos a una extensa lista de mailing. Con respecto a la distribución, nos ocupamos nosotros mismos (sólo en algunos casos a través de distribuidores) de atender a la mayor cantidad de puntos de venta. Una estructura pequeña, pero muy eficiente.
    ¿Qué consejos darían a los editores noveles que, como ustedes, se inician con pocos recursos económicos?
—Más allá de las posibilidades económicas, lo fundamental es armar un proyecto que, de algún modo, se diferencie del resto de lo que hay en el mercado y explotar esa diferencia. Y, fundamentalmente, poner pasión y creatividad en lo que uno hace; ése es el secreto del éxito.

Agradecemos a Ileana y a Carla su amabilidad al haberse tomado el tiempo de conversar con nosotros, a pesar de que viven “una vorágine de laburo”. (¿No tendrían que incluir un título en su catálogo que desnaturalizara este vivir bajo presión de nuestro tiempo? ¿Algo así como “El laburo no fue siempre así”?  Aunque, pensándolo bien, posiblemente antes haya sido peor).



NOTA 1: Por tratarse de un reportaje entre argentinos sobre una temática argentina, me pareció más auténtico conservar los modos coloquiales y el uso del voseo, habitual en este país, en lugar de transformar el texto a un registro más general o más formal, lo cual resultaría, al menos para nuestra sensibilidad, artificial.
NOTA 2: El presente reportaje corresponde a un trabajo elaborado por Oscar Caamaño para el curso Imágenes de infancia - Imágenes para la infancia, dictado por Gustavo Puerta como parte del Máster en Libros y  Literatura para Niños de la Universidad Autónoma de Barcelona, año 2013. 

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