miércoles, 31 de marzo de 2010

RELEER: ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ? A propósito de la relectura de “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury



“Todos deben dejar algo al morir, decía mi abuelo. Un niño o un libro o un cuadro o una casa o una pared o un par de zapatos. O un jardín. Algo que las manos hayan tocado de algún modo, El alma tendrá entonces adónde ir en el día de la muerte, y cuando la gente mire ese árbol o esa flor, allí estará uno…”
(Bradbury, Ray. 1966. Fahrenheit 451. Buenos Aires, Minotauro).
El poder de la relectura es extraordinario. A través de ella, uno descubre algo más de lo que leyó por primera vez. Y si esa relectura de un texto, un libro, una obra literaria se hace mucho después de las primeras lecturas, es más rica porque las perspectivas personales, las circunstancias vitales cambian, se amplían con el paso del tiempo, y la mirada sobre esa escritura conocida se vuelve diferente y siempre más poderosa.
He releído “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury (autor norteamericano, contemporáneo). Novela escrita en 1953 , que leí por primera vez en 1968. Curiosamente anoté en la primera página: “Ardiente tiempo de opciones”. Y sí que lo era por muchas razones históricas para nuestro país, para el mundo y para algunos universitarios entre los que me contaba porque se dieron hechos que nos impulsaron a tomar una fuerte decisión para que no se cerrara la Facultad de Letras de la Univ. Católica de Santa Fe.
Cuando entré a dar clases en la carrera de Biblioteclogía, hacia el final de los 80, durante muchos años incluí esta obra en una de las Literaturas que dictaba. Después, hubo un cambio de Plan de estudios, eliminaron varias Literaturas y esta novela quedó guardaba, aunque siempre por una razón u otra se las mencionaba y recomendaba a mis alumnos.
Este año la releí y he vuelto a descubrir o a confirmar cuánto cruza la Literatura (en este caso la ciencia-ficción de un buen autor) con la realidad.
La Literatura es ficción, pero se alimenta, indudablemente, de la realidad, o, mejor dicho de las realidades múltiples en las que se mueve el ser humano.
“Fahrenheit 451” “temperatura a la que se enciende el papel y arde” habla de una sociedad en la que los libros no deben existir. Y los bomberos están para encender los fuegos que van a aniquilarlos. Pero, siempre hay alguien de los que ejecutan la censura –sin saber siquiera por qué- que sospecha, que quiere conocer aquello que es objeto de persecución. Y siempre hay alguien –Clarisse,en este caso una niña, o Faber, un viejo- que ayudan a encontrar el camino al que busca. Lo inician…el resto lo hará el que desea aprender. Es el caso de Montag, eñ bombero que robará libros, los esconderá en su casa, los leerá y descubrirá otros mundos, será delatado por su propia mujer y sufrirá persecución y autoexilio. Pero el viaje hacia el otro lado del río, lejos de la ciudad, hará que encuentre a otros que recuerdan libros enteros y esperan. Pacientemente esperan para obrar cuando el ciclo violento y fugaz (aunque parezca durar mucho tiempo) pase.
Cada línea de la novela contieneelementos para pensar qué sucede en estas sociedades del siglo XXI.
Alguien que escribió hace más de 50 años, observó a su propia tierra, a su gente, al poder instalado y contó puntualmente acerca de lo que puede ocurrir y lo que ya ha ocurrido en el mundo cuando se pierden las riendas en lo que hace al hombre ser hombre: el pensamiento crítico, el diálogo, la creatividad, la conservación de la memoria…
Y me digo: yo he visto y vivido algunas cuestiones que plantea esta novela:
· la falta real de comunicación entre la gente, aunque los avances tecnológicos parezcan decir otra cosa
· la televisión invadiendo los cuartos con pantallas gigantes en las que una “supuesta flia.” le habla a la “flia. real”
· la quema de libros y de editoriales ( aquí, en Argentina, durante el Proceso. Quema eterna desde que nacieron la escritura y la lectura)
· clases en las que no se puede preguntar, sólo ver y escuchar
· el no permitirse ni permitir el disenso a riesgo de ser perseguido
· la desaparición de carreras y materias humanísticas en muchas Universidades e Instituciones de Nivel Superior
· la banalización de la vida en la que sólo importa la apariencia y en la que para estar bien se vive a pastillas
· la guerra como amenaza omnipresente que puede destruir todo ( y han sucedido y suceden toda suerte de guerras a las que ya nadie que esté suficientemente lejos atiende)…
Y también me reencontré con la esperanza. Con la idea de que la crueldad tiene un término y el ser humano que destruye, también. Que hay otros seres humanos que desean construir, reconstruir porque siempre hay posibilidades de cambio.
Me reencontré con la paciencia y el trabajo lento, subterráneo, pero seguro de grupos que todavía creen que la vida es posible de ser vivida de otra manera.
La relectura de esta novela ha traído hasta mí otras obras: “1984” de G. Orwell, breves textos de E. Galeano en “Amares”, “Memorias del fuego”, “El libro de los abrazos”, “Palabras andantes”, de una película alemana: “La vida de los otros”… y si sigo tirando del hilo (como dice Ana Pelegrín) vana aparecer más, sin duda.
Es que la lectura, la relectura a fondo, propicia el hecho de que se hagan presentes esas redes que a veces quedan ocultas, pero que están latentes . Un texto lleva a otro texto, y así sucesiva o simultáneamente. Y uno puede comparar, dialogar, asentir, disentir, trabajar con ellos.
Por qué no pensar qué libros nos marcaron y volver a leerlos. Mejor si se leen “con otros”. Y si no los encontramos en nuestra memoria, o no existieron:¿no sería un aventura válida salir a buscarlos?
María Cristina Pepe

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